Siempre hay una segunda oportunidad


Ha pasado el huracán
y mi alma ha comenzado
su proceso de inventario.
Y hoy también vuelvo a elegirte.
Por lejos.
Más que antes.
Todavía te creo.
Creo tus dichos, tus mentiras piadosas, tu grandeza.
Todavía poseo el código íntimo para llegar a tu esencia
a través del cotidiano y más aún,
a través de los disgustos y de tantas lides inconclusas.
Todavía tu presencia me instala en el ahora.
Todavía me extravío
en el encanto de tus gestos mínimos.
Todavía me divierten tus puyas inocentes,
tus amores funámbulos,
tus concesiones.
Todavía me entretengo
descifrando el argot de tus pasiones.
Todavía, cada mañana,
tu existencia me pare del vientre cósmico de la nada.
Todavía me ilusiono.
Todavía me proyecto.
Todavía cada división, multiplica.
Todavía me permito
omitir la mención de que aún te amo.
... y todavía lo hago.
Más y mejor.
Todavía te admiro;
te extraño.
Todavía cuento las horas para volver a verte.
Todavía tuyo.
Siempre.
Orgullosamente tuyo.

Marcelo Podestá ,
 21 de junio de 2011